lunes, 22 de septiembre de 2008

Desamparado

desperté,
no tenía mis manos,
desde las uñas a los brazos
sentía un escozor insólito.
y lloré sus ausencias.
Más llanto hubo
cuando no tenía nada:
Manos,
para limpiar los mocos
y la tristeza esplendida.

desperté,
no tenía mis ojos
y tanteé la almohada
el piso, en busca de luz
sentía el calor
de las lágrimas
mientras me las tragaba.
Sin ojos para llorar
consolé el alma
con un grito de pájaro
de dios abatido
por una piedra insolente.

desperté,
no tenía mi boca
y golpeé con los codos
las paredes mientras
extrañaba un tremendo
rayo proveniente
de mis costillas.
Me censuraron
la sonrisa y los suspiros,
me quitaron todo
poco a poco, día a día.

cuando no era nada más
que un fantasma,
merodeador de habitaciones
del alba a la luna,
me embargaron
los sueños de ayer
y sus consecuencias:
ideas, deseos y demas,
en ese orden.

desperté un día
y me habían devuelto todo
pero no podía
dar muchas gracias
disfrutarlo, ni reir,
ni mi llanto más alegre
supo prosperar, otra vez.
solo me aterraba
la sensacion de cadaver
olvidado y extraviado
sin misas, llantos, ni oraciones:
el desamparo.

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