viernes, 17 de octubre de 2008

Una aventura más


Volvió con el látigo, el sombrero y la casaca de cuero. Pasaron dieciocho años desde que el famoso arqueólogo se entrometió en la cruzada nazi y la búsqueda del santo grial. El héroe envejeció, esta vez los enemigos provienen de la ex URSS, el misterio tiene mucho que ver con los fetiches cabezones de Steven Spielberg y parte de la película dicen sucede en nuestro Perú.
La cuarta aventura de Indiana Jones es una sorpresa tanto así como sobrevivir a una explosión atómica refugiado dentro de un refrigerador de plomo. Pero ahí estaban Silvestre Stallone y Bruce Willis puliendo recuerdos y repitiendo hazañas. Entonces Lucas Film vistió al sexagenario Harrison Ford con las indumentarias del aventurero de los ochenta y lo hizo montar este nuevo espectáculo de escenarios fantásticos, efectos especiales, acrobacias-persecuciones, balas comunistas y demás ingredientes que pronosticaron un éxito de taquilla, y así fue.
El inicio es bueno como para reconciliarnos un poco con los responsables del filme que vapulearon el digno final de “la ultima cruzada”: A los dos Jones con sus amigos cabalgando hacia el crepúsculo y la música que compuso John Williams de fondo, en clara conclusión de la aventura que comenzo en 1981.
Así empieza este nuevo artificio taquillero: Los soviéticos llegan al Área 51 haciéndose pasar por soldados americanos, abren el baúl del automóvil, rueda un sombrero y echan por tierra a su rehén que recoge la deslucida fedora. La sombra del aventurero se impone sobre la portezuela del vehiculo militar y Henry Jones Jr. “Indy” se cubre la cabeza con su noble casco de fieltro.
La trama de “la calavera de cristal” emparenta el denominado incidente Roosevelt, osamentas alienígenas, la cultura paracas y la leyenda del dorado. Todo revuelto en plena guerra fría. La historia la idearon George Lucas y Jeff Nathanson, pero el guión paso por varias manos antes del Si definitivo. Incluso el director de Sexto Sentido, Manoj Night Shyamalan, colaboró con un guión alternativo que no acepto Steven Spielberg y se decidió por la adaptación de David Koepp (guionista de Jurasic Park y Spiderman). El rey midas del cine dirige nuevamente a Ford y al elenco retornó karen Allen (Marion Ravenwood del “Arca de la Alianza”) con una sorpresa para el maduro Indiana.
Algunas torpezas serán ubicadas y condenadas por los ilustrados peruanos durante el visionado del film que supera las dos horas. Un ejemplo: Indiana llega a Perú, el trazado habitual sobre el mapa señala a Cuzco como el destino de los viajeros pero vemos a los personajes en el Aeropuerto de Nazca. Doble y monumentales errores porque lo que existe es el Aeródromo “Maria Reiche” de Nazca y no esta ubicado en la ciudad imperial sino en la region Ica.
También causan molestia los disparates históricos, porque los hay, así como las imprecisiones geográficas y las combinaciones culturales al antojo. El amargo bocado pasa con sorbos de adrenalina que los protagonistas brindan en cada secuencia de acción, inverosímiles secuencias algunas veces pero efectivas para los seguidores de este genero.
Antes del “The End” del comentario indico lo siguiente: “Indiana Jones y la Calavera de Cristal” no supera a sus antecesoras pero se impone ante el habitual panorama del cine, ocasionalmente irradiado por una película decente, digamos que esta intenta serlo.
Una aventura más del canoso arqueólogo que todavía no entrega la posta o mejor dicho el látigo a su sucesor, pero esa parece ser la intención de continuar la saga. Personalmente la película tiene un principio memorable, regular en toda su trayectoria y un final previsible desde el principio, desde el primer trailer, del primer póster. Eso de Spielberg y los extraterrestres es irremediable.

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