lunes, 20 de octubre de 2008

Motor y Motivo: Descifrado

Luz de mis ojos
aire que respiro (Si es luz y aire, indispensables. Antes como se las ingeniaba para mirar y ¿que respiraba?)

Eres en mi vida
Motor y motivo (Aquí se descubre la vocación por la mecánica del compositor)

Ayer tan lejana
hoy tan dentro mío (Que giro repentino en la canción y en que tiempo)

Solo con mirarte
me has hecho cautivo (Ya quisieran las bandas de secuestradores contar con esos dones)

Ocupas mi mente
Un noventa por ciento (Y uno se pregunta el 10% restante en que lo ocupa)

Tu nombre pronuncio (El orden de los factores no altera el producto: tu nombre pronuncio o pronuncio tu nombre)

Muero por tus besos (Retórica del amor y no seria mejor: Vivo por tus besos, yo opino)

Me emocionaste
mi mundo es sereno (Que contradicción. ¿Se emociona o su mundo es sereno?)

Te has adueñado
de mis sentimientos (Recomendamos especificar que sentimientos)

Ay como has hecho
para que te quiera (No sabe que le atrae. Esto toma connotaciones de ser floro)

Dependo de ti
como planta la tierra (Este es un arrebato amoroso, un símil entre la actitud emocional en pareja y la jardinería básica)

Sin mover un dedo
me has hecho adorarte (Debe estar muy buena)

A primera vista
me enamoraste (“No existe el amor a primera vista” José Feliciano)

Te regalo mi vida (Tragedia shakesperiana en la cumbia)

Mi cariño sincero
mi alma, mis sueños (¿Y como será el cariño concero?)

Y todo lo que quiero (juego de palabras con paradójico resultado: todo lo que quiere y acaso no la quiere a ella)

y no me cansa decirte:
Te amo (ni que fuera un esfuerzo sobrehumano)

Le grito al mundo
te amo, te amo (Retiro lo anterior. Para que todo el mundo escuche, vaya esfuerzo y que exageración)


Me doy cuenta que no soy bueno para hacerla de gracioso y más revelador todavía: estoy escuchando mucha cumbia.

viernes, 17 de octubre de 2008

Una aventura más


Volvió con el látigo, el sombrero y la casaca de cuero. Pasaron dieciocho años desde que el famoso arqueólogo se entrometió en la cruzada nazi y la búsqueda del santo grial. El héroe envejeció, esta vez los enemigos provienen de la ex URSS, el misterio tiene mucho que ver con los fetiches cabezones de Steven Spielberg y parte de la película dicen sucede en nuestro Perú.
La cuarta aventura de Indiana Jones es una sorpresa tanto así como sobrevivir a una explosión atómica refugiado dentro de un refrigerador de plomo. Pero ahí estaban Silvestre Stallone y Bruce Willis puliendo recuerdos y repitiendo hazañas. Entonces Lucas Film vistió al sexagenario Harrison Ford con las indumentarias del aventurero de los ochenta y lo hizo montar este nuevo espectáculo de escenarios fantásticos, efectos especiales, acrobacias-persecuciones, balas comunistas y demás ingredientes que pronosticaron un éxito de taquilla, y así fue.
El inicio es bueno como para reconciliarnos un poco con los responsables del filme que vapulearon el digno final de “la ultima cruzada”: A los dos Jones con sus amigos cabalgando hacia el crepúsculo y la música que compuso John Williams de fondo, en clara conclusión de la aventura que comenzo en 1981.
Así empieza este nuevo artificio taquillero: Los soviéticos llegan al Área 51 haciéndose pasar por soldados americanos, abren el baúl del automóvil, rueda un sombrero y echan por tierra a su rehén que recoge la deslucida fedora. La sombra del aventurero se impone sobre la portezuela del vehiculo militar y Henry Jones Jr. “Indy” se cubre la cabeza con su noble casco de fieltro.
La trama de “la calavera de cristal” emparenta el denominado incidente Roosevelt, osamentas alienígenas, la cultura paracas y la leyenda del dorado. Todo revuelto en plena guerra fría. La historia la idearon George Lucas y Jeff Nathanson, pero el guión paso por varias manos antes del Si definitivo. Incluso el director de Sexto Sentido, Manoj Night Shyamalan, colaboró con un guión alternativo que no acepto Steven Spielberg y se decidió por la adaptación de David Koepp (guionista de Jurasic Park y Spiderman). El rey midas del cine dirige nuevamente a Ford y al elenco retornó karen Allen (Marion Ravenwood del “Arca de la Alianza”) con una sorpresa para el maduro Indiana.
Algunas torpezas serán ubicadas y condenadas por los ilustrados peruanos durante el visionado del film que supera las dos horas. Un ejemplo: Indiana llega a Perú, el trazado habitual sobre el mapa señala a Cuzco como el destino de los viajeros pero vemos a los personajes en el Aeropuerto de Nazca. Doble y monumentales errores porque lo que existe es el Aeródromo “Maria Reiche” de Nazca y no esta ubicado en la ciudad imperial sino en la region Ica.
También causan molestia los disparates históricos, porque los hay, así como las imprecisiones geográficas y las combinaciones culturales al antojo. El amargo bocado pasa con sorbos de adrenalina que los protagonistas brindan en cada secuencia de acción, inverosímiles secuencias algunas veces pero efectivas para los seguidores de este genero.
Antes del “The End” del comentario indico lo siguiente: “Indiana Jones y la Calavera de Cristal” no supera a sus antecesoras pero se impone ante el habitual panorama del cine, ocasionalmente irradiado por una película decente, digamos que esta intenta serlo.
Una aventura más del canoso arqueólogo que todavía no entrega la posta o mejor dicho el látigo a su sucesor, pero esa parece ser la intención de continuar la saga. Personalmente la película tiene un principio memorable, regular en toda su trayectoria y un final previsible desde el principio, desde el primer trailer, del primer póster. Eso de Spielberg y los extraterrestres es irremediable.