sábado, 12 de abril de 2008

Conciencia

hoy en día nadie le teme a los fantasmas, contrarestan sus miedos con amuletos modernos como la logica, incluso existen personas que acechan a los muertos como a artistas, solicitan su magica presencia y una demostración de sus poderes sobrenaturales.

Pero yo todavía tengo historias que contar refirio el hombre de figura liviana y rostro iluminado por la luz mortecina que derramaba el hacha. Su sombra escribia un sortilegio en la pared de la cripta.

nos juntamos mas a el, sentados animosos sobre los féretros. la luna redonda, siniestra, recogida por las manos de las losas de mármol agito nuestros sentidos, la voz de nuestro narrador nos resulta fraterna y su mirada que parece remontarse enciende nuestra imaginación.

Cualquier persona que hubiera presenciado nuestra reunion habria muerto de la impresión, la verja del cementerio chirriaba y llenaba con su lastimero quejido todo el cementerio. Y sencillamente enmudecio, dejó de hacer su molesto ruido cuando nuestro amigo comenzo su relato.

Recuerdo que fue hace veinticinco años, alumbraban las calles las farolas puestas para la fiesta, serpentinas de colores colgaban de los andamios de las tiendas, la gente andaba con la alegria como divisa , la banda de musica tocaba en la plaza y el cielo nocturno se llenaba de estrellas artificiales.

La felicidad en aquella fecha era como la viruela o el sarampión, era necesario llevar una sonrisa en la cara a cualquier parte. Pero el descubrimiento de lo horrible apago la antorcha del animo y la juerga con el efecto de un estornudo sobre la flama de una vela.

Sobre las piedras de un caminito que llevaba a este cementerio los paseantes encontraron el cuerpo de una mujer cubierta por pocas hojas amarillas de la estacion e iluminada por la sangre que salia de su brazo derecho. La sangre aprovechaba la ausencia de la mano para estancarse en la calle.

La autoridad de inmediato inicio la investigación, la alegria se transfiguro en palida mueca. fiesta, jubilo, bombardas, risas, musica, fueron supeditadas por miedo, silencio, lamento y réquiem. De inmediato los mas viejos en sus conciliabulos hablaron de sepulcros profanados y muertos vueltos a la vida por fuerza de las maldiciones.

La mentes perturbadas por el horrible asesinato asintieron, en poco tiempo el panico domino a la ciudad, habian hombres y mujeres que nublados por la creativas ensoñaciones de otros mucho mas credulos habian visto sombras pasear entre las cruces y epitafios con una objeto blanco que soltaba luz propia, una mano blanca.

Incluso los niños soñaban la mano en sus habitaciones, moviendose de aquí para alla, escondiendose detrás de cortinas, muebles y sombras para aparecer junto a la almohada rozando con un frio dedo la mejilla del pequeño o escondiendo los zapatos para que el infortunado tenga que buscarlos debajo de la cama y encontrarse con la diestra de pesadilla.

la policia no encontró al responsable del asesinato, motivo para que la leyenda sobreviviera y permanezca hasta el siguiente siglo. sin embargo otro acontecimiento cimento las historias sobre apariciones, espectros que no concilian el sueño eterno y deambulan entre nosotros con la consigna de la venganza en sus cabezas.

El narrador se quedo callado y nosotros esperabamos algo mas, una frase final, la cereza de su cuento pero solo nos entrego su sonrisa iluminada por el fuego,

Mientras el se alisaba los harapos nosotros conversabamos, el misterio por saber quien habia matado a la mujer nos llenaba la boca de supuestos, concluimos que habria sido un fantasma o algo parecido.

Ante nuestra rapida solución al crimen, el amigo nos observo con desesperanza, nos recrimino como lo haria un padre con sus hijos y nos dijo:

Puedo asegurarles que estan equivocados, los muertos no pueden hacer mas que recordar lo que hicieron cuando estuvieron vivos.

No entiendo porque matarian a una mujer y le cortarian la mano, pregunte ansioso y el desdibujandose, apagandose haciendose mas transparente respondio casi en un suspiro, mordiendo el sollozo.

-Por amor y traicion, probablemente.

Amanecia, decidimos volver a nuestros sepulcros, mientras yo me despedia de los camaradas desde la puerta de la cripta vi al cuentista que regresaba a su feretro, volvi para agradecerle sus buenas maneras y al acercarme al ataud abierto donde nuevamente reposaba el narrador le vi abrazado y besando una mano de blancas falanges

y dedicaba la mayoria de sus besos a una sortija

que parecia soldada al hueso.

No hay comentarios: